Desvirtuando la corrupción.

Odebrecht-1-

Publicado en Diario La Hora

Aceptar la visión fatalista de que la corrupción es un mal endémico de la sociedad ecuatoriana, fundamentado en la llamada “viveza criolla” y tratar de justificar los escándalos de corrupción desde esa esfera, es un cinismo del más bajo; claro que aquello es cierto, pero en las sociedades nórdicas o en Australia donde tienen los más bajos niveles de corrupción del mundo, los mismos no se lograron porque se trata de tapar problemas específicos y reales con generalidades ambiguas que intentan disipar la opinión publica del problema concreto, se logró es con fuertes medidas coercitivas que hacen pensar a los políticos y servidores públicos, dos veces antes de cometer una irregularidad, esto por lo menos a corto plazo, mientras se trabaja a largo plazo en una reforma educativa que fomente los valores de la honestidad y la transparencia. Intentar enfocar la atención en Odebrecht, alegando que son ellos los corruptores y que es allá donde se debería atacar a la corrupción, en una empresa privada, es una forma perversa de querer abordar los casos de corrupción, primero porque como ente privado debe rendir, y lo está haciendo, sus cuentas al sistema judicial, no a la opinión pública, pues nunca se han presentado como representantes populares, para ser sujetos de escrutinio público y segundo porque la empresa ni siquiera es dirigida por ecuatorianos, sino que es una empresa brasileña, por lo que es esa sociedad la que deberá juzgarlos. Desviar la atención pública al inicio de las operaciones de Odebrecht en 1987, es otra malintencionada manera de desvirtuar las críticas, cuando los actos de corrupción que se investigan son de las operaciones llevadas a cabo, desde que en 2005 Marcelo Odebrecht asumió las riendas de la constructora brasileña y es en base a sus declaraciones que se empieza a imputar cargos a diferentes dirigentes políticos a nivel regional, no podemos asegurar que lo diga sea cierto, pero son declaraciones que merecen que se abra las indagaciones previas necesarias, que determinen si lo que dice el empresario es o no cierto, pero no se pueden escudar en las peligrosas generalidades que disipan la atención de los actos concretos.

Esta entrada fue publicada en política. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario